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Cosmopolita y tradicional, tierra de mar y de montaña… Pollença es de todos los municipios de Mallorca el que aúna las mayores cualidades como destino residencial para todo el año: cuenta con un centro histórico y urbano dotado de todo tipo de servicios, su propio puerto, algunas de las playas más maravillosas de la isla y una gastronomía local única.

Ubicado al norte de Mallorca, Pollença goza de las ventajas de un enclave natural de lujo -como es el cabo Formentor, que pone el broche de oro a la Serra de Tramuntana- y conserva el encanto de un auténtico pueblo mallorquín, sin que por ello haya tenido que renunciar a la vitalidad del turismo, concentrado en la zona del puerto.

Esto permite a los residentes acudir a disfrutar del bullicio del verano, caminando por su largo paseo marítimo, compartiendo terraza y aperitivo con gente de todo el mundo. Incluso famosos. De hecho, grandes personajes han tenido casa en el Puerto de Pollença y otros muchos lo han visitado a lo largo de los años: Winston Churchill, Mario Benedetti, Norman Foster, Donna Leon

Pueblo de artistas desde siempre, con costumbres muy arraigadas que se han mantenido intactas a lo largo de los años, Pollença es uno de los pueblos de la isla que ha tenido un crecimiento más controlado y sostenible. Su centro conforma un conglomerado de casas bajas, que no superan las dos plantas de altura y lucen la tradicional fachada mediterránea, con sus colores cálidos y su piedra vista.

Las calles del centro, estrechas y empedradas, están salpicadas de pequeñas tiendas, bares, restaurantes y plazas en las que disfrutar de una agradable tertulia al caer la tarde o ver correr a los niños mientras se pone el sol.

El pueblo está lleno de encantos y predica un estilo de vida tranquilo y relajado. Por eso, cada vez son más los que a la hora de comprar vivienda en Mallorca eligen esta localidad, conocida en toda la isla por su ambiente y su intensa vida cultural.

Una de las citas más significativas es su famoso Festival de Pollença, un ciclo de música internacional de primer nivel. También destacan sus galerías de arte, sus museos y un largo etcétera de propuestas al aire libre: deporte náutico, rutas de cicloturismo, senderismo…

En definitiva, un destino en el que invertir, comprar una finca mallorquina y quedarse a vivir para siempre.

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